Cuando en el primer semestre de 1939 cientos de miles de militares y civiles españoles se congregaron en el sur de Francia tras su huida masiva a través de las fronteras pirenaicas y fueron concentrados en los durísimos campos de internamiento galos, los sentimientos de todos ellos eran encontrados.(...)
Entre estas decenas de miles de españoles deseosos de huir de suelo europeo y embarcar para América se encontraban Angelines Hidalgo, joven malagueña de dieciocho años y su marido Francisco Miranda Díaz, canario de 32 años y capitán de la Marina Mercante Española, así como una decena más de expatriados, que tenían entre ellos poco en común: Layo Rodríguez, oficial de la Marina Mercante Española; Elio Rodríguez, estudiante de Medicina de la Universidad Central de Madrid; Hostilio Rodríguez, doctor en Derecho; Manuel Pereira, maquinista naval; Marcos Hormiga, marino; Juan Francisco González, contable, José Junco, linotipista; Zoilo Hernández, caricaturista; y Alberdi Sebastián, mecánico de aviación. A excepción de uno de ellos, vasco, la mayoría eran originarios de las Islas Canarias, de donde tuvieron que huir al poco de iniciarse el golpe de Estado fascista.
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